domingo, 22 de enero de 2012

¡Una mujer con pantalones! (Orlando Viera-Blanco )


En días recientes hemos venido observando la campaña de los precandidatos de la MUD. Las primarias. Hemos advertido que los debates han carecido de mensaje y de contraste político. Un Capriles dado a la reserva y a la neutralidad política, luce un fácil manjar de degustación rápida para Chávez, de ganar las primarias y mantener aquél esa actitud. Pérez a lo menos, luce encartonado y concentrado en lo critico. López apeló tristemente al hedonismo exacerbado, siendo ya tarde para saltar sus propios obstáculos. Ninguno de ellos ha sabido aprovechar las inmensas potencialidades de la imagen pública. Están entrampados en una misma ideología-la social democracia, que a tenor de lo que tenemos-socialismo del siglo XXI- es virtualmente lo mismo: caudillismo, colectivismo, rentismo, poder por el poder, hedonismo, clientelismo, reparto y populismo.

Diego Arria tocó la fibra de la dignidad no sólo de una buena parte de los electores, sino del propio Presidente Chávez-a cada quien en su dirección- a unos encendiendo su esperanza, a el otro encendiendo sus miedos, anunciando su denuncia en la Corte Penal Internacional de la Haya al comandante-presidente por delitos de lesa humanidad. Segundos fueron suficientes para elevar notablemente las aspiraciones del exgobernador.

En el marco de la entrega de memoria y cuenta del Presidente Chávez, en cadena nacional, y después de 8 horas de tertulias, anécdotas, proselitismo, cuentos, coplas y sabanas, la diputada y precandidata a las primarias, María Corina Machado, al verse continuamente aludida por el primer mandatario, (lo cual rayaba en peyorativo a pesar de su intención de querer ser caballero), pide la palabra.

Con valentía y determinación increpa al Presidente Chávez. Sin importar que se dirige a nuestra versión tropical de Goliat, rodeado del alto bando militar, de su gabinete, en plaza propia, apoyado por un grupo parlamentario mayoritario, por un público de gradas selectivamente escogido, más los mejores ángulos del director de la transmisión televisada en cadena nacional, María Corina Machado le dice: ““Presidente, tenemos ocho horas escuchando a usted describir un país muy distante del que estamos sintiendo todas las mujeres y las madres venezolanas. Hemos llegado al extremo de escuchar que hay aumento en la producción de leche, cuando usted sabe que hoy en día hay mujeres, madres, que asisten a bodegas y supermercados y han llegado a la fuerza por un litro de leche, porque no tienen para llevar a su casa. “Éste es el momento de darles respuestas al país, a las más de 180 mil madres y mujeres que en estos trece años han perdido a sus hijos, a sus esposos, a sus padres, y a los cuales no se les ha hecho justicia. Esto es lo queríamos escuchar la Venezuela decente, que no quiere definitivamente verse arrastrada al comunismo. Quieren respeto a la propiedad, y queremos una Venezuela de solidaridad, una Venezuela de justicia, una Venezuela de superación…¿Cómo puede hablar usted que respeta al sector privado en Venezuela cuando se ha dedicado a expropiar, que es robar, cuando se ha dedicado a insultar.”

El Presidente Chávez la interrumpió. “Me llama Usted ladrón delante de todo el país”…Machado respondió “Sí, las propiedades de empresarios, comerciantes, hasta pequeñas posadas a quienes ni siquiera les ha resarcido su propiedad. Dígale la verdad a Venezuela, aquí hay una Venezuela decente que quiere una transformación profunda, y que es el momento de enfrentar con seriedad y responsabilidad, este desafío histórico que tenemos por delante. El tiempo se les acabó, es el tiempo de una nueva Venezuela. Sí, acepte el debate, presidente.”

Dos minutos de parlamento en cadena nacional acabaron con 10 horas de cuentos. Como dijo alguien por ahí. Habla Chávez, pega Chávez, sigue Chávez ¡y se cayó Chávez!. Y jamás fue el mismo. Hasta perdió el buen humor, que sólo comprenden sus afectos. Diez horas que no pueden ser calificadas sino de irrespeto y desconsideracion para un pais cansado de anecdotarios que en nada han resuelto nuestra profunda crisis moral, social y economica.

La intervención de la diputada, María León, en defensa de Chávez, fue una patética estocada final. El mismo Presidente tuvo que decir “no quiero sanciones, el pueblo la sancionará ”. En lo personal, dudo que el pueblo sancione a María Corina Machado. Creo que su liderazgo femino, se ha consagrado. Lo que dijo esta mujer recoge por mucho el sentimiento, no de electores, SINO DE MILES DE VICTIMAS.

Debutó María, como celebridad y como abanderada real. Tanto será recordada por esta intervención como lo fue recordado Chávez desde su por ahora hasta llegar a la presidencia de la República o como Caldera a raíz de su discurso en el Congreso, hasta sentarse nuevamente en Miraflores.

La intervención de María Corina amén de valiente y gallarda, fue pertinente, oportuna y precisa. Dio con el sentimiento de una buena porción del país, y más con aquellos que votarán en las primarias, que son militantes duros de la oposición.

Machado exhibió soltura y facilidad de expresión asistida de una pertinente emocionalidad, en momentos nada fáciles de demandar espontaneidad. Y lo más importante, no titubeó, no dejó espacio a la duda, no se retractó en ningún momento, frente a un hombre que ha aprendido a enredar y mordacear a su contendor en las cuerdas (y en la lona), en un pugilato político siempre aventajado.

María Corina a decir de la agenda noticiosa, redes sociales, portales y comentarios, encendió el debate, la confrontación posible en Venezuela de un hombre frente a una mujer en la ruta presidencial. Y Chávez –visiblemente irritable y desencajado- la catapulto a la contienda presidencial, convirtiéndose en su nuevo jefe de campaña (dixit Ravel).

No puedo dejar de comentar la pusilanimidad del resto de la oposición que ni se inmutó tras las palabras de Machado. Nadie la apoyó, nadie se levanto de sus asientos, nadie la aplaudió. Y SIN APOYO NO HAY UNIDAD POSIBLE.

Un censurable acto de vasallaje o cobardía, que quedaría de manifiesto con la intervención posterior de Juan Carlos Caldera, quien lució a lo menos complaciente abordando el tema mas grave y aberrante que inmola al país: la criminalidad…Celebro si, el llamado de William Dávila a la liberación de los presos políticos. Otro ejemplo de hidalguía y sintonía con los anhelos de reconciliación y paz de los venezolanos.

“Si la diputada Machado es candidata y gana las elecciones, yo le pondré la banda presidencial”, sentenció Chávez. Augurios nada desestimables de cara a los hechos, de cara al coraje de una mujer con los pantalones bien puestos, que demostró tener el talante y el temple suficiente, para reconducir los destinos del país.

Su palabra queda empeñada Sr. Presidente.

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