martes, 24 de enero de 2012

Buena movida María Corina (esa Memoria no Cuenta). Juan Luis Landaeta. Guayoyo en Letras

Yo, que de soviético propiamente dicho, tengo mi Tchaikovsky y mi Antón, mi Vodka y mis Hermanos Kalashnikov, más allá de la promesa del futuro, de la peste tan falsa, de todos somos iguales, bajo el sol o la metralla, yo, del liberalismo colorado, de la Isla de Inglaterra, tengo en mí, más que a Locke a un buen Shakespeare, un Jagger de los Stones, ambos magos que hacen bailar, a las piedras sobre la tierra, yo, que me creo de las máquinas de Alemania, solo la parte de Goethe y ya ni tanto al primo Federico, yo, republicano como los borbones que tienen nostalgia del oro, de las perlas y de todo lo que perdimos, yo, criollo como el zapato con la insignia del ok, como el menú de las farmacias que venden Born in the USA, yo, que jamás había estado sentado más de nueve horas, mirándole la cresta y el pico a la cotorra, debo ante ustedes decir, que celebrar más que la ocasión, la impertinencia, de tocarle un poco las redondas, al impertinente, fue una gran movida, niña linda que quiere que voten fuerte.

Y no hablo del circulo de la redención, del Paladín de la otra América, hablo de la falta de educación, ¿en serio once horas para dar por hora, la misma vuelta? Creo que me alegra tener que celebrar la impertinencia: no ante éste que al final, vive el final de cualquiera que esté de turno, hablo de un discurso para recordar que el pasado es pasado y el presente futuro. Interrumpa, hija, pellizque, moleste, saque la lengua. Escupa cerbatanas con veneno, tírele su tacón al comandante, hálele la greña, sonría con el sable entre los labios, quítese los guantes: pacten mano a mano.

Desde la más tierna edad (que jamás es tan tierna) se enseña la regla del buen oyente y mal hablante. A este y al que sea, después de ocho horas, le sale, vomitar mínimo la marea. Águila no caza moscas, me da pánico en demasía, ¿hablamos de ánimos, de apetencias? No prefieren la carne muerta las mosquitas con alas, que me decías? Al fin le tiraron una piedra a la aguja del Empire State, huele azufre frente al podio, no soy yo, no era ella, entonces… ¿era usted?

Creo que después de lo macro y lo micro, de la mentira redonda que siempre es rendir cuentas, que al final a un niño, se le callera el tetero, fue la coronación de la muestra del fastidio. Hasta cuándo tu monólogo frente al espejo, tu silencio en la sala que el burro va a hablar, hasta cuando los cambios, de poder sin cargos, ¿hasta cuándo la cháchara, mi estimado, hasta cuándo las cuentas claras de papel reciclado?

Yo no te defiendo, lindísima niña, pero me muero por estar en tus zapatos, por fastidiar a quien más fastidia, riéndose solo en el podio, donde los más, han llorado. Y si se meten con tu cole, con tus monjas, con tu pinta, con tu sonrisa, con tus piernas, con tu tono, con tu discurso y con tu curso en el Imperio, por la famosa foto dándole la mano a otro como éste, pero mucho peor, mucho más en serio, no atiendas el teléfono, por favor.

Tú, sonríeles delante, prométele tu ranking, tú, fuera de su peso, procura vestida de blanco como siempre, ejercer tu peso pluma. Llega donde el sobrepeso no sabe llegar. A las urnas, a las elecciones, a votar en silencio, traga donde el impenitente no sepa masticar.

Tres días después, como el peor Cristo, no digiere la impertinencia a la salud del silencio de los inocentes. Ojo a ojo le dolerán las cuentas en la memoria. Ojo con el ojo por ojo y con las alas, con los banquetes que se suelen dar las moscas, con la carroña.

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