martes, 24 de enero de 2012

Culto al falo (Paula Vásquez. Tal Cual, 23.01.2012)

Pareciera que lo que se le reprocha a María Corina desde el oficialismo es haber hablado en nombre de "las mujeres" venezolanas. Ese calificativo sólo le corresponde a aquellas que "aman al Presidente", para seguir a María León, a aquellas que "respetan al jefe" siguiendo a Pocaterra.

Un psicólogo social francés llamado Gustave Le Bon, decimonónico y machista, escribió un célebre tratado llamado Psicología de la multitud que le atribuía defectos a las mujeres: "caprichosas, sugestionables, les gustan los hombres fuertes, y como mujeres van siempre a los extremos". Las masas se comportan, desde esta perspectiva, como mujeres histéricas. Mussolini felicitó a Le Bon por su tratado.

Luego Le Bon fue reivindicado por los psicólogos sociales por ser el precursor del estudio de las masas. Pero pienso en él no tanto por haber escuchado a María Corina Machado frente al presidente Chávez en la Asamblea nacional sino por haber visto las reacciones ofuscadas de María León y de Nohelí Pocaterra.

En primer lugar, pareciera que lo que se le reprocha a María Corina desde el oficialismo es haber hablado en nombre de "las mujeres" venezolanas. Ese calificativo sólo le corresponde a aquellas que "aman al Presidente", para seguir a María León, a aquellas que "respetan al jefe" siguiendo a Pocaterra.

Lo particular es que estas dos mujeres son "feministas". Para ellas entonces las mujeres participan en la política ya sea por el amor ­y eso las vuelve histéricas­ ya sea por el respeto al jefe, única manera de volverlas dóciles. El paso de una multitud histérica a un cortejo dócil y disciplinado es el sueño de todo demagogo. María León en su discurso hizo un llamado a las masas de mujeres enamoradas del presidente Chávez a manifestarse. Eso es lo que constituye a las mujeres chavistas sujetos políticos, el amor al Presidente. Reducidas a ese meollo emocional, la mujer o ama a Chávez o no es digna de ser mujer.

En segundo lugar, la trampa al hablar en nombre de las mujeres es que se está encerrando a la mitad de la humanidad en un modelo de comportamiento definible. El terreno es fértil para el estereotipo. En la política, las feministas se han debatido durante años en dos posturas en el debate sobre la igualdad de acceso a las responsabilidades políticas. Para unas, la similitud de capacidad es idéntica entre géneros y las mujeres tienen que jugar el mismo rol que los hombres en nombre de la igualdad.

Para otras, la diferencia tiene que ser respectada, hombres y mujeres son "igualmente diferentes". No se puede dudar el hecho de que durante los gobiernos del presidente Chávez, las mujeres han entrado en la vida política. Pero no lo han hecho ni como iguales ni como diferentes de los hombres sino como subordinadas, incondicionales amantes emotivas capaces de darlo todo por su jefe. En tercer lugar, el discurso de María Corina sobre las madres debería despertar un debate más profundo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario