viernes, 10 de febrero de 2012

MARÍA CORINA ¡QUE MUJER ! (César Augusto Manzano Zavala)

Mucho antes que ella iniciara el camino hacia la participación en las primarias, comencé una especie de campaña entre mis allegados, mis contactos, a favor de María Corina en el caso que decidiera lanzarse a la conquista de la candidatura de la unidad para adversar al oficialista ya  auto designado.

Yo venía siguiéndole la pista a esta gran mujer desde que ejercía la presidencia de Súmate. Me impresionaba su vehemencia en la defensa del derecho del ciudadano a contar con un sistema de votación transparente. Su convicción de no hacer concesiones a la hora de denunciar las  violaciones a la norma. Su constancia en el seguimiento a las actuaciones del CNE para ejercer control en nombre del venezolano de a pie. Luego su decisión de apartarse de esa organización para optar a una curul en la AN, daba fe de su deseo de iniciarse en la política de manera directa, con un estilo nuevo, refrescante, con sentido de servicio a la sociedad.

En las elecciones parlamentarias alcanza la mayor votación entre los candidatos de la oposición y logra así su objetivo de llegar a la AN. Desde allí se destaca como una líder de excepción. Sus intervenciones no tienen desperdicio y ponen en evidencia la fortaleza de esta mujer para denunciar, desmontar las mentiras oficialistas, exigir rendición de cuentas, desenmascarar el cinismo de los adeptos al régimen.

Al destacarse de manera tan descollante entre los diputados de la oposición, es blanco de atropellos verbales, de burlas, de ofensas, que soporta con particular estoicismo. A la “canalla” que así se expresa, ella la ignora con elegante entereza, dejando ver su hidalguía y su decisión de no amilanarse ante la jauría que ruge al verse descubierta. Sus actuaciones dan fe de una de sus mayores virtudes como líder: su valentía. Es esa virtud lo que le permite desmontar en sólo tres minutos todo un tinglado de mentiras, un espectáculo humillante al utilizar una cadena nacional de radio y TV para presentar un país inexistente. María Corina lo hace sin titubeos, sin que se le quiebre la voz, con la mirada fija en el jefón que de paso trastabillea y queda fuera de balance por unos minutos.

Es ese carácter recio, esa personalidad fuerte, esa convicción de no hacer concesiones a un régimen que ha irrespetado al pueblo durante trece años, esa franqueza y claridad en sus planteamientos, esa pasión que le pone a cada intervención  así como su seguridad en el abordaje de cada tema lo cual es señal del conocimiento en profundidad de los problemas. Esas son las cosas que diferencian a María Corina de los demás precandidatos y que hacen que su mensaje haya calado y siga calando en todos los sectores de la sociedad. María Corina tiene un atractivo personal, aparte de su belleza, que hace que la gente se detenga a escucharla, se acerque, capte su mensaje y lo metabolice. Es esa fuerza del espíritu que hace que cada actuación de esta gran mujer surta el efecto de un huracán que envuelve, que emociona, que inunda de esperanza y de fe para construir el país que tantos venezolanos hemos soñado y que nunca hemos tenido.

Abrigo la firme esperanza que este venidero domingo 12 de febrero estemos celebrando la victoria de esta mujer de excepción, para que en octubre al alcanzar la nominación presidencial por decisión de la inmensa mayoría de los venezolanos, la nación entera a una sola voz, desde cada rincón de la patria, exclame María Corina ¡que mujer!

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